16.6.14

La niña sirena.

Aquella maldita niña y su maldita sonrisa de nube. Era hermosa, pero era de aquella belleza cruda, inexplicable, como la belleza de un parto, de unas ultimas palabras, era visceralmente preciosa y yo la amaba. Nunca disfruté de su infancia, la conocí siendo una mujer madura, en la flor de la vida, una flor que se abría y esparcía su olor por el mundo haciendolo un poco mas humano, y no-humano también. Aun así, podía imaginarla de pequeña, jugando en el jardín, haciendo preguntas demasiado difíciles para su edad, hipnotizada con las estrellas, como si algo en su interior le hubiese dicho que llegaría un día a ser la más brillante de las que habitan en mis cielos. Y yo la amaba. La amaba porque era la definición de amor en todas sus vertientes, me hacía daño y me acariciaba despues, era una sirena que arrancaba todas las fibras de mi alma, para tejer un vestido y poder salir del agua para regalarme su sexo. Como deseaba desnudarla y quitarle aquel vestido hecho con retales de mi ser, para besar su vientre de coral y nácar, y enredar mis manos en su cabello de colores sintiendo su respiración en mi cuello de pobre mortal. Quería tenerla conmigo y hacerle todos los sentimientos en una noche, porque yo la amaba, porque decía las palabras mas complejas en la lengua mas simple de todas. Aquella maldita niña y sus malditos ojos de noche cerrada follaba como el mar lo hace con la tierra, reclamaba su terreno en mi piel, y me mataba cada vez que desaparecía de mi vista. 



Precipicio.

Estamos al borde de un gran precipicio, un acantilado de miedos y dudas y seres demoníacos, oscuro y profundo como nuestras bocas. Vamos a saltarlo cogidos de la mano, lo decidimos anoche mientras dormíamos, cuando despertamos había un ''Ahora es el momento'' grabado en nuestras pupilas, y así nos encaminamos, desnudos, descalzos, paseando por el malpaís afilado de la locura. No van a haber ultimas palabras, no tendrían sentido porque nadie nos escucha, no hablarás conmigo, porque aunque me digas que me quieres lo olvidaré en cuanto me estrelle contra el suelo. Vamos a revender nuestras entradas para la proxima vida, queremos quedarnos en esta, aunque ya no estemos, aunque todo se termine y solo quede una luz apagada al final del tunel. Esta es nuestra boda, en cierta forma lo es, unidos durante la muerte, hasta la muerte, en la muerte. Un comienzo de un final, un leerse la última página del libro por curiosidad, por miedo. Estamos llevando a cabo un crimen pasional autorizado, tu me clavas en el pecho cien agujas de plata, yo te araño la espalda hasta ver brotar tus costillas, y así hasta que nos desmayemos y nos precipitemos por esta pared de huesos, dando vueltas en el aire, demasiado extasiados para disfrutar de la caída. Lo último que veré seran tus ojos por la mañana, con un ''Ahora es el momento'' grabado en la pupila, y todas las tormentas de tus iris concentrandose para lanzarme relámpagos.





11.6.14

E s n e s o n.

¿Conseguiremos escapar de esta inmensa órbita de recuerdos? Donde nace la tristeza muere nuestro desorden. Somos jóvenes pútridos, con las manos envejecidas, devorados por los gusanos mucho antes de nacer. Y aquí nos encontramos, otra vez, con la mirada perdida sobre estas escaleras que algúna vez conducían a un mundo nuevo, y ahora no son mas que grises peldaños malditos. ¿Cómo estás? ¿Qué es de ti? tampoco me interesa mucho, pero un día sostuviste mi corazón entre tus manos, y entonces dejó de latir. ¿Recuerdas cuando eramos criaturas en los bosques, en las montañas? No sabíamos nada, pero lo queríamos todo, queríamos abarcar el mundo entero con nuestros brazos, y nos quedamos al borde del precipicio, buscando el oxígeno que jamás llegó. Cómo será tu voz ahora, me pregunto. Me pregunto a que olerás esta vez, a que juego te apuestas la vida, si alguien se atreve a nombrarte en el mismo idioma que yo lo hice una vez. Vete de aquí, a veces me gustaría matarte, debería haberlo hecho cuando tuve tiempo, cuando estabas dormido, cuando bajaste la guardia aquella tarde cuando hacía tantísimo viento.